Dicen que todos los cuentos tienen un final feliz, pero este no lo tiene, simplemente porque no existe un final, mientras recordemos cada instante en nuestra memoria.
No hace menos de 8 días comenzaba un viaje por todo el mundo, con China, el Amazonas, la Rusia de los Zares, el corazón de África, Israel y Oceanía como destino. Un camino que debíamos recorrer y avanzar entre todos, y en el que como en todo viaje, el trayecto iba a estar lleno de grandes momentos pero también adversidades que supimos superar juntos. Gymkhanas truncadas por inesperados relámpagos, excursiones a la Grajera, el chapuzón de algunos que se resistían a meterse en las Norias, bailes interminables en la galería, celebraciones repletas de canciones, disputados campeonatos, mil y un talleres, noches de misterio y entretenidos grupos amenizados por unos animadores que trataban de hacer de este campamento algo más para los chavales. Y unos pequeños que ponían la cosa fácil y tenían ganas de pasárselo en grande.
Y así, entre todos, poco a poco, fuimos robándonos sonrisas, besos, cariño y abrazos. Pero siempre con el recuerdo de un chico que parecía más una caja que una persona, las extrañas picaduras de los logroñones, baño nocturno y el sentimiento de haber formado entre todos una familia. Un recuerdo que vivirá para siempre en nuestra memoria. ¡Hasta siempre Logroño!
Texto: Andrea
Fotos: Iñaki Echeverría, Jesús Arce
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