Hoy os queremos enseñar cómo son las iglesitas rurales de por aquí. En concreto la que estais viendo es la iglesia parroquial de Pesillo. Aquí estamos celebrando la eucaristía los domingos a las 12’00 h, y se llega después de subir una media hora desde Cayambe. Antes de ésta, tenemos otra en Olmedo, en la misma ruta, sólo que un poco más cercana. Tenemos que decir que por lo general son iglesias muy bien cuidadas: pintadas, con imágenes dignas y con los utensilios en buen estado.
Pero lo más interesante, es la posibilidad de celebrar la fe con gentes muy sencillas. Se les nota en el rostro la dureza de este clima de la serranía, y en las ropas la falta de muchas posibilidades como nosotros tenemos, empezando por una lavadora. La gente se nos acerca con simpatía y cariño. Desean que nos quedemos y nos agradecen el que acudamos a celebrar con ellos algo que es muy importante: la FE en Dios. Ellos viven la Fe muy en relación con la vida: rezan a Diosito que les da las cosechas, que les cuida, que hace que los hijos vivan y que les protege contra el mal. En este sentido tienen un hondo sentido de lo sagrado. Al hombre europeo le pueden parecer supersticiones el hecho de que la gente acuda con imágenes de los santos (unas estampas estropeadas) a que se las bendiga el padresito. Ellos entienden que son los protectores de su vida. Lo mismo con los cubos de agua que después de la misa traen para bendecir y llevan a sus casas. Ellos la emplean para rociar su casa, echarla sobre sus enfermos, sus seres queridos etc. Tal vez lo nuestro sí que sea superstición: me refiero a eso de leer el horóscopo, echarse el tarot o echarle la culpa a un dios en el que ni siquiera creemos de todas las cosas malas que las personas hacemos a los demás.
Al lado de estas personas sencillas se vuelve a la esencia de las cosas y de la vida. Esa que vamos perdiendo a medida que se nos acumulan las cosas en el armario. Esto les comentaba precisamente a estos cristianos en la homilía del domingo, y les daba las gracias por las cosas que ellos nos recuerdan y que son las más valiosas: el contento ante la vida, el vivir con lo necesario, la gran fortaleza espiritual y la presencia constante de Dios en sus vidas. Esas son las que nos llevaremos a casa a nuestro regreso, y las que compartiremos con vosotros.
Buenas tardes, allí noches, desde Cayambre