Ya es de noche, Señor.
Hoy te he estado esperando,
como todos los días.
De manera especial te he esperado
en la parada del bus.
No sé… hoy tenía la sensación de que,
quizás, vendrías en autobús.
Lo que no sabía es que el primer bus que iba a pasar
me iba a decir que probablemente no existes.
Ciertamente, no has bajado de ese.
No venías en él… así que he seguido esperando.
Luego ha venido otro autobús, parecido al otro
pero éste me ha dicho, rotundamente,
que sí que existes.
Se han bajado los pasajeros… pero tú no.
Así que he seguido esperando.
He seguido esperando… he seguido esperando…
¡Y nada!
He vuelto a casa, he cenado… y, ahora que me pongo
a contarte esto, antes de dormir, me doy cuenta de que,
no podías venir en ningún autobús.
Me he dado cuenta de que no ha tenido sentido esperar.
Acabo de darme cuenta de que, probablemente,
eras tú el que me esperabas… pero no en un bus.
Me esperabas entre mi familia,
me esperabas en mi trabajo, en las clases…
me esperabas en el centro juvenil, en la parroquia…
en las noticias del telediario, en los amigos de la cuadrilla…
Me esperabas en este momento
que tengo reservado para ti, cada noche,
y que también tú, reservas para mí.
Buenas noches, mi Dios,
que descanse mi cuerpo.
Bendice, Señor, mi sueño y mi ser.
Con el amanecer, a tu lado estaré…
Con el amanecer, a tu lado estaré…
BUENAS NOCHES