Andoni Marzana y Sarai Cobas (Barakaldo)
Tras un sueño media hora más reparador de lo habitual, hemos vuelto a la rutina de siempre. Desayuno y luego las tareas, entre las cuales la limpieza de los baños que llevaban dos dÌas sin limpiarse, no ha sido nada agradable. A la hora de grupos nos han puesto unos efectos ópticos para que reflexionáramos y luego hemos comentado el tema de la empatía, intentando ponernos en el lugar de una chica que salía en una foto. Después nos cambiamos y a la piscina, mientras Potxe, Kaliko y alguno más dejaban claro que eran «psico-killers». Los de segundo año no se han bañado porque estaban preparando su canción de despedida para mañana. A la hora de comer en la mesa hemos tenido un pequeño conflicto con Erika y con la ensaladilla rusa, nada serio, casi no ha habido heridos.
El tiempo no ha sido nada faborable por lo que los talleres de pulseras y chapas que habitualmente se encuentran en el chafariz se han trasladado al comedor viejo. En grupos hemos intentado analizar los distintos problemas que tenemos, gracias a un teatrillo de Don Bosco y a la metáfora de las tiritas, que «servían para curar nuestro corazón». Gracias a ello nos hemos dado cuenta de nuestros fallos para pedir perdón rato más tarde en la celebración, en la campa, donde teníamos la posibilidad de confesarnos y pensar un poco. Durante el rato de piscina, tan sólo un par de valientes se han atrevido a meterse al agua. El resto, han disfrutado del fresquillo en la terraza, jugando a cartas o comiéndose el tarro con los cubos de Rubbik. En la hora de la cena, poco más que contar. Alguna diferencia más entre los de antes, esta vez con albóndigas enteras y un par de chalados que se metían vasos en la boca.
En resumen, ha sido un buen dÌa para pensar y a ver si con un poco de suerte hoy toca noche del terror.
Un saludo de Sarai y Andoni y del grupo cuatro en general a los lectores de somalojoven.org