El escándalo de la cruz
«Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado»
Jesús no murió de viejo en una cama, como lo hacemos la mayoría de la gente, sobre todo en el primer mundo. Ni siquiera murió por una enfermedad o de hambre, como la gente del tercer mundo. Jesús murió ejecutado: fue condenado a muerte. Esto no es indiferente: Jesús no muere con nobleza, muere como un malhechor. Sus seguidores acusarán el golpe y tardarán en encajarlo: ¿cómo hablar de él, como recordarle, cómo ser amigo de un ajusticiado? No nos debe extrañar el que todos huyeran despavoridos en cuanto apresan a Jesús la noche del jueves santo, y que ninguno estuviera presente cuando lo ejecutan… Tan solo unas mujeres, entre ellas María, su madre y Juan, el discípulo amado.
La ejecución en la cruz era un suplicio romano, cruelísimo. Suponía una vejación del reo en toda regla, hasta aniquilarlo de dolor. A Jesús, además, le aplicarán una tortura severa en la cárcel, en donde los soldados se cebarán en extremo con él, además de aplicarle el suplicio de la flagelación. No es extraño que quienes lo vieron caminar por las calles de Jerusalén hacia el calvario recordaran un viejo texto de Isaías: “sin figura humana, despreciado por todos, como varón de dolores…soportó las afrentas con las que le afrentaban”.
La muerte de Jesús. Su significado
Cuando los apóstoles de Jesús, se presentan ante el pueblo, días después de la resurrección de Jesús, lo hacen para anunciar que “Jesús, al que vosotros matasteis, ha resucitado”. Es decir, el resucitado es el crucificado. Esto tiene mucho valor: pues es decir que Dios ha dado la razón a Jesús, y se la ha quitado a la Religión judía. Jesús no era un blasfemo, no era un impostor….era el mismo Hijo de Dios, y ahora Dios mismo ha salido en su defensa…Resucitándolo de entre los muertos.
Dios está hoy también con todos los “crucificados”, “humillados” por los poderes políticos, económicos, religiosos y sociales. Dios está con la Vida de los seres humanos y con su dignidad. Dios no es impasible….ante los gritos de angustia de sus hijos.
Seguir hoy a Jesús es aceptar su cruz. Somos los seguidores de un ejecutado injustamente… Seguirle es estar dispuestos a que los mismos poderes nos traten injustamente y nos ejecuten. Ningún discípulo corre mejor suerte que su maestro. Esto significa, hacer causa con los pobres de la tierra, los enfermos, los heridos…y reivindicar en nombre de Dios su dignidad.