Cuando a algunos les dio por escribir en las paredes «Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche», hubo otros que contraatacaron pintando debajo esta otra sentencia: «Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios».
La modernidad ha trasladado este debate de los muros a otro tipo de soporte, los autobuses. La Asociación Humanista del Reino Unido puso en marcha el pasado octubre una novedosa campaña para impulsar el ateísmo en Londres: «Probablemente, Dios no existe; deja de preocuparte y disfruta de la vida». Es lo que rezan los carteles publicitarios colocados en algunos de los autocares que recorren la ciudad. Desde el próximo lunes, eso mismo podrá leerse en algunas líneas de Barcelona, y en breve, en Madrid y Valencia. La idea, que no el texto, le pareció buena a una Iglesia evangélica de la capital de España, que desde el 24 de diciembre paga para que uno de esos vehículos luzca esta otra afirmación: «Dios sí existe; disfruta de la vida en Cristo».
Como era de esperar, las reacciones han sido numerosas. Preguntada ayer por este asunto, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, contestó simplemente que «vivimos en un país libre», y no quiso ahondar más. Por su parte, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón, dijo que prefería esperar a hoy para opinar. La Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid aclaró que «los anunciantes, mientras no incumplan la ley y paguen las tarifas, se anuncian en nuestros autobuses».
En el ámbito religioso, ni el obispado de Bilbao ni la Conferencia Episcopal Española hablaron ayer sobre esta novedosa forma de promocionar las ideas. Sí lo hizo, sin embargo, el obispado de Barcelona, que publicó una nota la semana pasada en la que aseveraba que, para los creyentes, la fe en que Dios existe «no es motivo de preocupación, ni un obstáculo para gozar honestamente de la vida». «La fe es un sólido fundamento para vivir con una actitud de solidaridad, de paz y un sentido de trascendencia».