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LA FUERZA DE LA VIDA
¿Sabías que estamos rodeados de signos de Vida?
¿No te habías parado a contemplarlos?
En el siglo sexto antes de Cristo, en Babilonia, existía un gran miedo hacia el Universo. Las estrellas, los planetas, la luna, el sol… se consideraban potencias bajo las cuales estaban sometidas las vidas de los hombres.
El Universo, oscuro, era un lugar que amenazaba la vida del ser humano; el mar era el lugar de los monstruos; y los animales, seres a los que someter para defenderse y no morir por sus ataques salvajes.
Todos los textos sagrados del Oriente Medio hablaban así del Universo.
Sin embargo… en esa misma época, alguien escribió un texto diferente, un relato en forma de poema bellísimo. Un texto que recogía por escrito una tradición ancestral que, de generación en generación, un pequeño pueblo había ido contando para expresar su fe en un Dios Creador de la Vida.
En ese texto, el Universo, los planetas, los seres vivos… dejan de ser una amenaza para el ser humano, porque todo está creado con sabiduría.
El ser humano, el creyente en el Dios Creador de la Vida, ya no tiene miedo de cuanto le rodea, porque él forma parte de ese Universo. Porque ese Universo es el hogar lleno de belleza que Dios ha sacado de la nada, del caos, del vacío… y todo con su fuerza. La fuerza de la Vida, la fuerza del Amor.
Este es el poema:
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra estaba vacía y era un caos, las tinieblas cubrían el abismo, y el aliento de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces Dios dijo: «Que exista la luz». Y la luz existió.
Dios vio la luz. ¡Qué bella! Y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
Dios dijo: «Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas». Y así sucedió. Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.
Dios dijo: «Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme». Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios lo vio. ¡Y qué bello era todo!
Entonces dijo: «Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro». Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
Dios dijo: «Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra». Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros –el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche– y también hizo las estrellas. Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio esto. ¡Y qué bello era todo! Y pasó una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.
Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo». Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bello.
Entonces los bendijo, diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos; llenad las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra». Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie». Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y lo vio Dios. ¡Y qué bello era!
Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo».
Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y Dios se quedó contemplando. ¡Y todo era muy bello!
¡Qué lejos estaba el poeta de conocer el big-bang y los procesos de la evolución de la materia! Sin embargo, en un día como hoy, dedicado a la Madre Tierra… ¿qué mejor poema se le podía dedicar?
BUENAS NOCHES
EN OCASIONES VEO VIVOS
La gente se asusta cuando salen noticias de espiritismo…
… que si se ven caras en una pared
… que si se escuchan voces en una pata de jamón
… que si se ven muertos
¡Pues yo no me canso de ver vivos!
Por eso, en ocasiones, en muchísimas ocasiones,
vaya donde vaya, me encuentro con vivos.
Gente viva que llena un patio de fiesta y se pone a jugar,
porque hace sol y porque hay amigos y porque, como payasos,
descubren que la vida sin fiesta se parece a un cementerio.
Veo personas vivas que se desplazan hasta una finca para compartir su fe, celebrar la Pascua y gritar VIDA con mayúsculas con la fuerza del AMOR.
Jóvenes vivos que dedican toda una semana a formarse como educadores porque, hace tiempo, se enamoraron de los jóvenes con quienes comparten actividades de tiempo libre… y ahora sólo viven para ellos.
Ancianos vivos que, con una vida de muchos años, bocado a bocado, pasito a pasito, transmiten una historia de servicio y de entrega a quienes, hace años, eran jóvenes pobres y necesitados de un futuro.
Familias vivas que se desviven por el hijo lesionado, el hijo que busca trabajo, la hija adolescente que cada día está más guapa, la niña recién nacida que necesita los mejores cuidados…
No me canso de ver vivos.
Y no me canso de contemplar en ellos
el grito de la Pascua: Jesús ha Resucitado.
BUENAS NOCHES… FELIZ PASCUA.
-ABEL-
LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO
Se necesita una mirada especial
para descubrir la grandeza de lo pequeño;
una mirada que huya de las grandes superestrellas
y que gire la vista ante quienes acaparan las portadas.
Se necesita una mirada tan especial,
que todo lo que entra va directamente al corazón.
Y si ese corazón está dispuesto a darlo todo
será capaz de descubrir lo que nadie ve.
Y esto, lo digo esta noche, en nuestro camino hacia la Pascua,
porque estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas.
Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor. Y dijo:
– Os aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás,
porque ésos han echado de los que les sobra, mientras que ésta ha echado de lo que necesitaba… todo lo que tenía para vivir.
(Evangelio de Lucas 21,1-4)
Se necesita una mirada como la de Jesús.
BUENAS NOCHES
-ABEL-
CONTINUAMOS EL CAMINO
No nos hemos parado. Seguimos caminando.
El día 26 de febrero iniciamos el largo camino de cuarenta días…
… hemos recorrido ya mucho.
Pero ahora empieza lo difícil. Las cosas se complican.
Por eso, el tramo final, el más complicado… lo vamos a recorrer con su protagonista: Jesús de Nazaret.
«Probablemente Jesús contó desde muy pronto con la posibilidad de un desenlace fatal. Primero era sólo una posibilidad; más tarde se convertiría en un final bastante probable; por último, en una certeza…
Ciertamente no era un suicida. No buscaba el martirio. No era el objetivo de su vda. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para los demás…
Si acepta la persecución y el martirio será por fidelidad al proyecto del Padre, que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas…
Le habría sido fácil evitar la muerte. Habría bastado con callarse u no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio del prefecto romano. No lo hizo. Continuó su camino» (José Antonio Pagola)
¿Continúas el camino? ¿El camino que lleva a la Pascua?
¿El camino que recorrió Jesús de Nazaret?
BUENAS NOCHES
-ABEL-