Me atrevo a levantar la mano
y pedir la palabra.
Lo hago covencido de que, a lo largo del día,
has escuchado muchas cosas
y habrás leído otras muchas.
Entre tantas palabras, voces y personas…
.. yo me atreveré a levantar la mano
cada noche …
y pedirte la palabra.
Para invitarte, antes de dormir,
a pensar en el día, a mirarlo con otros ojos,
… o a escuchar y rezar… o a cotemplar…
Será mi manera de darte las buenas noches
y de dar voz a tantas cosas que tenemos alrededor
y que nos hablan de un Dios cercano
y de millones de personas que son nuestra familia.
Por eso, de nuevo este curso, pido la Palabra,
la Palabra que Dios pronuncia para ser escuchada
en nuestros corazones
y para ser anunciada en cada rincón
de nuestra vida.
Y así, desde hoy, lo intentaré hacer cada noche.
Dice un proverbio que, si las palabras que
vas a decir, no son más bellas que el silencio…
… mejor no pronunciarlas.
Por eso, si estas palabras de cada noche
no son más bellas que el silencio… quédate con él,
con el silencio tan bello de cada noche
y, levantando la mano ante Dios,
pide su Palabra.
Me alegra volver a estar contigo.
BUENAS NOCHES