Han pasado 440 días desde que dejé las comodidades de mi casa por las incertidumbres de mi propia jungla chilena, el Hogar Esperanza. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que no tenía absolutamente ninguna idea de en lo que me estaba metiendo! VE no existía todavía como entidad y, por lo tanto, no había página Web, ni formulario de petición, ni manual de voluntarios, ni nadie que recibiera a los voluntarios en el aeropuerto, y definitivamente no había una semana de orientación. Llegué ingenuamente a Santiago, con muy pocas nociones acerca del trabajo que iba a realizar o del tipo de organización para la que iba a trabajar, sólo con el deseo de ayudar a otros.
Pasé 150 inolvidables días en Chile y muy pronto fui consumida por mi vida como voluntaria. Viví por los días en que Anni se abrochaba el cinturón de seguridad camino al jardín, Katy resolvía un problema de matemáticas, o Jaime Arturo terminaba su apio por su cuenta. Disfruté las veces en que Víctor ayudaba a Eduardo con sus tareas y cuando Maicol conoció a sus padres adoptivos por primera vez, pero sobre todo, me conmovió el amor y el sentido de pertenencia familiar que impregnaba el Hogar.
Fue durante esos 150 días que la visión de VE empezó realmente a tomar forma. Nunca he sido demasiado soñadora, pero el celo y el entusiasmo de Luke, fueron suficientes para persuadir a mi pragmatismo escéptico y pronto me convencí de que podíamos hacer este sueño realidad.
Han pasado 290 días desde que dejé las comodidades del Hogar Esperanza, pero no ha pasado un solo día en que no haya pensado en mi familia chilena. La mejor forma que he encontrado para resignarme a partir, ha sido seguir fuertemente involucrada. Como parte del equipo administrativo de VE, he estado revisando las solicitudes de los voluntarios, haciendo entrevistas a los postulantes y, lo más importante, recaudando fondos. Actualmente estoy encabezando un equipo de 8 nuevos voluntarios, que espero aceptarán el desafío de juntar algo del dinero que tanto se necesita para que puedan tener la flexibilidad de planificar proyectos y excursiones y cuenten con la mayor cantidad posible de recursos para trabajar.
Aunque no cambiaría mi experiencia en el Hogar Esperanza por nada del mundo, siento envidia de todos vosotros, los nuevos voluntarios, y quisiera poder hacerlo todo de nuevo para beneficiarme de todo lo que VE tiene para ofrecer. Espero que disfruten cada momento, cada sonrisa y cada lágrima, y que VE continuamente los inspire a ustedes y a otros a dar de sí mismos.
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