Acaba de empezar el otoño y ya se empiezan a notar menos horas de sol.
También se nota que el ritmo cotidiano de trabajo, estudio, casa, tele… va arrinconando momentos vividos en verano de descanso, amistad, serenidad y momentos de celebración y oración que hayamos podido compartir en campamentos, casas de oración, comunidades…
¡No podemos dejar que esos momentos se enfríen!
Han sido intensos, entrañables, llenos de profundidad y de palabras sinceras dirigidas a Dios a través de buenas noches, celebraciones…
Te invito a que estos cinco minutos de buenas noches diarios los conviertas en el pequeño fuego que arde en invierno, para no olvidar el calor del verano.
Cada noche, para evitar que se enfríe ese sentimiento y esa relación, puedes hacer silencio y decir algunas palabras o escucharlas…
… o leerlas.
Por eso, antes de que llegue el frío y la nieve llegue a tapar todo lo que hubo este verano…
¡Anímate y lanza un poco de leña cada noche para que las brasas del fuego encendido no se apaguen!
Esta noche te invito a hacerlo leyendo estas palabras y dejando que hagan eco en tu corazón… un eco que vaya calando hondo…
… un eco que llene de calor nuestra vida diaria al anochecer.
«Tú, cuando quieras decirle algo a Dios,
entra en tu cuarto, en silencio, en secreto…
… y ahí, dentro de ti,
… en tu corazón…
Dios te escuchará y te premiará con su presencia»
(Evangelio de Mateo 6,6)
BUENAS NOCHES
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