La fe es una de esas cosas inútiles: ni sirve para tener más dinero, ni para encontrar antes trabajo, ni siquiera para aprobar los exámenes. Entonces, ¿para qué sirve creer?
Quieras o no, la sociedad valora lo que «sirve», lo que es útil para algo. Por eso se valora más a un ingeniero que a una madre; y además cobra mejor sueldo. Pero…de verdad ¿ser ingeniero es más útil que ser madre?
Yo creo que hay cosas buenas de por sí, al margen de la utilidad inmediata que prestan. Dar un beso es bueno por sí mismo: no vale para ganar dinero, pero hace que te sientas bien. En este orden de cosas, «CREER» ayuda, aunque no se trate de una ayuda «pragmática», cuantificable en dinero.
Creer significa confiar en alguien. Si yo le digo a alguien «creo en ti» no estoy haciendo algo estúpido, estoy dándole mi confianza; y eso sirve para estrechar más nuestra amistad. Si digo «creo en el amor» estoy haciendo una confesión de que para mí es más importante el cariño que el odio o la venganza, por ejemplo. Y eso sirve para ser mejor persona.
De la misma forma, en el campo de la fe religiosa, si yo digo «Creo en Dios», no es que me haya vuelto imbécil de repente. Estoy manifestando un sentimiento profundo, muy particular y propio. Y por eso mismo, merece todo el respeto de los demás, aunque no pueda demostrar científicamente que Dios exista.Yo sé que existe, porque lo noto, lo siento cercano a mí mismo; y eso es suficiente.
Un pensador cristiano del S.XVIII llamado Blas Pascal decía que «muy torpe debería ser la razón para no entender que hay cosas que la sobrepasan». Los seres humanos, aun siendo capaces de tantos progresos, notamos que hay capacidades que no están en la mente ni en las manos; sino en eso tan profundo que algunos llamamos «alma». Cree solamente si hace sentirte bien contigo mismo y con lo que te rodea.
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