LEO LA PALABRA (Lucas 9, 28b-36)
Por aquel tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron lo que Pilato había hecho:
sus soldados mataron a unos galileos cuando estaban ofreciendo sacrificios, y la
sangre de esos galileos se mezcló con la sangre de los animales que sacrificaban.
Jesús les dijo: «¿Pensáis que aquellos galileos murieron así por ser más pecadores
que los demás galileos? Os digo que no, y que si vosotros no os volvéis a Dios,
también moriréis. ¿O creéis que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de
Siloé les cayó encima, eran más culpables que los demás que vivían en Jerusalén?
Os digo que no, y que si vosotros no os volvéis a Dios, también moriréis». Jesús les
contó esta parábola: «Un hombre había plantado una higuera en su viña, pero cuando
fue a ver si tenía higos no encontró ninguno. Así que dijo al hombre que cuidaba la
viña: ‘Mira, hace tres años que vengo a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo
encuentro. Córtala. ¿Para qué ha de ocupar terreno inútilmente?’ Pero el que cuidaba
la viña le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año. Cavaré la tierra a su alrededor y le
echaré abono. Con eso, tal vez dé fruto; y si no, ya la cortarás«.
MEDITO LA PALABRA
Meditar es llevar la Palabra al Corazón
Conozco a algunas personas que tienen miedo de Dios. Les parece que si no hacen todo bien, Dios les puede castigar. A veces, oigo a personas decir ante una catástrofe natural que tal vez haya «sido castigo de Dios» por nuestros pecados. Me rebelo contra esta idea de Dios. Es una idea «atea», disfrazada de religiosa. Dios no es así.
En el evangelio a Jesús vienen a contarle lo mismo. Le hablan de una desgracia que ellos entienden que ha sido «un castigo de Dios». Jesús les responde diciendo, que esas personas no murieron por ser pecadores. Dios no tuvo nada que ver en esos asuntos.
Y a continuación, Jesús dice cómo es Dios en realidad. Lo dice El, que es su propio Hijo, Dios como el Padre. Y habla de Dios como una persona «paciente», que cuida sin parar de todos nosotros. Emplea la imagen de un viñador, que a pesar de que su viña no le da fruto, El sigue cavando, podando y cuidándola con mimo.
Así hace Dios con nosotros: cuidarnos y darnos mimos. Y es posible que ni tú ni yo hayamos caído en la cuenta de ello: y sigamos a nuestra bola, sin agradecerle tantas cosas de la vida y sin hacer nada por los demás.
Tenemos que darnos cuenta del amor de Dios. Nada hay más fuerte que este amor. Nada más consistente… nada más poderoso.
Sería bonito, pararnos un momento ahora mismo, e irrumpir en una maravillosa acción de gracias por todo el amor como nos tiene nuestro padre Dios. ¡Anímate!
REZO CON LA PALABRA
Te dejo esta bonita canción de la Hna.Glenda: «Si conocieras cómo te amo». Es una oración de Dios para ti. Escúchala con el corazón.
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