La mejor forma de acercarse a Dios y rezar con él es en la Naturaleza, escuchando e interiorizando todos sus sonidos: los pájaros, un riachuelo que pasa cerca de nosotros, el viento, las piedras del camino al chocar con nuestros zapatos, cantos de niños distantes, o el trabajar de un agricultor.
Pero la verdad es que habitualmente estamos tan atareados en la vida cotidiana, con los jaleos del trabajo, la familia, los amigos, las actividades, las propias ciudades, los agobios, los exámenes, etc… que no nos queda tiempo para dedicárselo a Dios de esta forma; por lo que hay que orar rápido y malamente.
Lo que os proponemos es poder sentarse en un sitio en el que estemos cómodos y cerrar los ojos (al menos una vez a la semana). En esa postura nos pondremos a repasar mentalmente todas esas cosas que hemos hecho y que nos han pasado a lo largo de toda esa semana, valorando si hemos actuado bien o mal, si podríamos haber hecho más de lo que hicimos o simplemente pautas para cómo volver a actuar en determinadas circunstancias si se nos presenta otra vez la misma situación.
Como instrumento de apoyo a esta oración, os dejamos aquí una música que quiere simular un día de tormenta, que seguro nos ayudará a recapacitar sobre nuestras cosas, llevando nuestra mente al campo y a la foresta, sin tener que buscar huecos para estar allí.
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