Cuánto tiempo perdemos en querer ser importantes!
¡Cuántos esfuerzos para llegar a ser los más grandes!
¡Cuántas angustias para tener poder o fama!
Párate un par de minutos y haz silencio.
Mírate por dentro, tal y como eres.
Reconoce que tienes límites, que eres lo que eres
gracias a los demás… que no estás por encima de nadie.
Haz silencio y mírate con sinceridad…
Después, si quieres viajar hacia la pequeñez,
te invito a rezar con estas palabras de un salmo
muy antiguo. Uno de los másbonitos de la Biblia:
«Señor, mi corazón no es orgulloso,
ni mis ojos miran a nadie por encima.
Nunca perseguí grandezas
ni cosas que me superan.
Soy humilde y moderado en mis deseos;
estoy como un niño en el regazo de su madre»
(Salmo 130)
BUENAS NOCHES
(Abel)
Deja un comentario